«El hombre en busca de sentido»

En contrapunto con mi última entrada de blog en la que decidí hacer un análisis del Experimento de la “cárcel” de Standford bajo la perspectiva del cine, y en la cual pudimos meditar sobre una idea un tanto tenebrosa de la naturaleza humana, esta semana me gustaría hablaros del libro “El hombre en busca de sentido”.

Al leer «El hombre en busca de sentido» es fácil detenerse en la parte histórica –la estancia del autor en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial- y pasar por alto la parte teórica: la pregunta sobre el sentido de la vida y la ‘logoterapia’, técnica terapéutica desarrollada por Victor E. Frankl. Nadie se pregunta por el sentido de su vida mientras es feliz, pero cuando aparece el sufrimiento surgen las preguntas sobre el sentido de la vida o sobre la justicia. 

Frankl escribió el libro en 1946, nada más ser liberado de los campos. Explica qué hizo para sobrevivir y cómo se convenció a sí mismo y a otros de que la vida seguía teniendo sentido en medio del sufrimiento extremo y sin esperanza. Reintegrado a la práctica de la psicología, Victor Frankl siguió escuchando de sus pacientes la misma cuestión acerca del sentido de la vida. Para él la pregunta tiene respuesta siempre que se formule correctamente: ¿Qué es lo que la vida espera de mí en este momento y en estas circunstancias?

«No es el sufrimiento en sí mismo el que madura al hombre, es el hombre el que da sentido al sufrimiento».

Para él la pregunta siempre tiene una respuesta, por mínima que ésta sea. Siempre hay alguien o algo que nos esperan; algo que sólo uno mismo puede hacer y que si no lo realiza nadie lo hará por él. Sobre el significado de la palabra ‘logoterapia’ Frankl traduce ‘logos’ como ‘espíritu’ y secundariamente como ‘sentido’ o ‘intención’; por tanto logoterapia sería la técnica terapéutica consistente en ayudar al hombre a encontrar un sentido para su vida, aun en las circunstancias más adversas. Al autor le gusta repetir una frase de Nietze según la cual «cuando se tiene un porqué para vivir casi siempre se encuentra el cómo».

Frankl previene contra el exceso de introspección, común a algunas terapias, ya que refuerza el sentimiento de infelicidad. Advierte contra las filosofías nihilistas de la época (hoy habría que añadir las doctrinas materialistas o deterministas) porque niegan que la vida tenga algún sentido o el hombre capacidad para influir sobre él. Rechaza que la felicidad consista en ‘vivir sin problemas’ ya que -afirma- para vivir es necesaria cierta tensión entre la realidad y los objetivos.

Son interesantes las reflexiones sobre el tiempo pasado, que tendemos a olvidar cuando es la parte más tranquilizadora de la existencia: la de los objetivos alcanzados. Igualmente se sobrevalora el futuro en lo que el autor llama ‘neurosis por anticipación’: instalarse en la preocupación por el mañana olvidando el presente, que es lo único que realmente nos desafía. Recuerda, por último, que cuando deseamos demasiado una cosa es fácil que ésta se aparte de nosotros, en tanto que relativizar los deseos conduce a alcanzarlos más fácilmente. Es lo que el autor llama ‘intención paradójica’ o ‘deseo paradójico’.